viernes, 2 de enero de 2015

1. TRANSICIÓN

"El bosque de Marly". Camille Pisarro 1871
(Colección Thyssen-Bornmisza)

En la nomenclatura tradicional de la teoría del entrenamiento deportivo, cuando se estudia la periodización de la temporada anual y la planificación de las cargas de entrenamiento, se acostumbra a designar como Periodo de Transición al tiempo que transcurre desde que el deportista deja de entrenar y sobre todo de competir, hasta que algunas semanas después, pasadas unas merecidas vacaciones, regresa a su rutina de trabajo, comenzándola de forma progresiva, retomando contenidos de tipo general y “construyendo”, cuidadosa pero firmemente su nueva “forma” deportiva. En mi caso adopto cierto paralelismo con esta forma de proceder y desde que me doy vacaciones en la actividad del blog, hasta que regreso al mismo, dedico el escaso tiempo libre disponible a menesteres que normalmente poco o nada tienen que ver con él. De igual manera, abandono la “disciplina” (por llamarlo de alguna manera) del “entrenamiento” deportivo, y la sustituyo por un ocio activo mucho menos fatigante, nada ordenado y bastante más variado (aún).
Sin embargo, tal y como comenté en el balance del año pasado, aquella temporada se vio caracterizada, entre otras cosas, por una marcada actividad social que acabó generando muchos contactos y un buen acopio de relaciones de amistad. Fruto de todo ello, la verdad es que durante este periodo vacacional, el supuesto alejamiento del mundo ciclista, retro, etc. ha brillado por su ausencia, pues han sido varias las actividades en las que me he visto involucrado, marcadas por el hilo conductor de la bicicleta retro.
En realidad lo primero de todo ha sido cosa mía. No puedo “culpar” a nadie más de ello. Por alguna chispa motivacional desconocida, el caso es que el otoñó me sorprendió sumergido en la elaboración de un documental sobre el ciclismo retro en Europa (y España). A pesar de que tan sólo he realizado dos, crear un documental es una labor que me resulta apasionante y, aunque absorbente, muy gratificante. Mi personal método de hacerlo exige pasar por varios procesos creativos, técnicos, intelectuales y artísticos. Mascullo y pre-visualizo ideas, escribo un guión, elaboro una narración, selecciono banda sonora, mezclo el sonido, busco imágenes e información, filmo algo, entrevisto, monto, etc. Cuando todo ello se lleva a cabo de forma individual acaba convirtiéndose en un proceso exigente y pleno, pese a que uno se lo tome en un nivel absolutamente amateur y casero. La labor me llevó bastantes semanas y acabó dando a luz una película que casi alcanza la hora de duración y que responde al título de “Retrovisión”. Y el trabajo final, desde el principio, me ha reportado mucho retorno social y de entretenimiento. Para empezar lo pude disfrutar en casa en compañía de parte de la familia. Después en el saloncito de mi casita de montaña, acompañado por varios de mis amigos ciclistas retro con quienes andaba allí, “concentrados” en el mes de noviembre. Precisamente de aquella cita surgió la oportunidad de que, gracias a las gestiones de Manu, la película se proyectara, nada más y nada menos, que en el auditorio de la feria internacional de la bicicleta de Bilbao (BIBE). No trato de presumir, ni muchísimo menos, creo que los pequeños éxitos cosechados se deben más a que los espectadores que se sientan a verla son auténticos forofos del tema tratado, que a la propia calidad del reportaje. Pero el caso es que unas cosas han ido llevando a otras y semanas después la proyectamos en la Librería Gil de Santander, rodeado de unas 60 personas, que incluían bastantes amigos y conocidos. También de forma parcial en Güeñes (Vizcaya) con motivo de otra cita que explicaré en seguida. Y al parecer, aún me quedan algunos compromisos a los que acudir con la peli debajo del brazo. Si alguno tiene deseos de verla, invitado está, puedo avisarle de dónde vaya a proyectarse. Y estoy abierto a propuestas de exhibición de la misma. De distribuirla personal o electrónicamente nada de nada, pues su estatus es privado, casero, familiar y aficionado; ni comercial. ni público; no tengo derechos sobre algunos materiales para encaramarme en escalones superiores.
Comienzo del documental "Retrovisión". Foto Manu (La Biciteca)
Paralelamente a la creación del documental, aunque de forma totalmente independiente, un cierto grupo de ciclistas asiduos en las citas retro, que habíamos ido coincidiendo aquí y allá a lo largo del año anterior, empezamos a cruzarnos correos y acabamos fundando una especie de logia o grupo clandestino de amigos unidos por esa pasión compartida. Los correos dieron lugar a un foro poli-temático y el mismo, a la constitución informal de una especie de “ONB” (verdadera organización no gubernamental ni tampoco burocrática) que funciona por meros impulsos, libre albedrío y sensatez caballeresca. Lo primera actividad práctica del grupo no se hizo esperar, y así fue convocada una “concentración” otoñal en Pesquera (Cantabria) a la que algunos asistimos un sábado en horario vespertino (Javier, Roberto, Manu y José) y dos más (Alejandro y Víctor) se sumaron el domingo por la mañana. Los primeros nos dimos un buen homenaje de cervezas artesanales y variedad de picoteo para cenar. Además disfrutamos de la primera proyección pública de “Retrovisión”. Por la mañana, ya con el resto, y tras desayunar opíparamente (¡menudas tartas caseras llegaron desde la Meseta!), salimos en nuestras antiguas bicicletas para completar un hermoso recorrido circular que consistió en descender suavemente por el valle del Besaya, superar un puertito amable para pasar al del Saja y ascender largamente el hermosísimo puerto de Palombera. Los arroyos venían generosos de agua y las cascadas estaban a la vista. Los bosques mostraban amplio surtido de catálogo cromático en sus hojas (aunque que las fechas eran tardías, el otoño ha venido este año con mucho retraso climático). Pese a las previsiones en contra, el día respetó, fue soleado y hasta cálido casi en su totalidad, a excepción de una corta tromba de agua que nos cayó pasados dos tercios de la ascensión, que duró poco más de diez minutos y que nos permitió secarnos pedaleando antes de la parada para comer. Pero para lluvia hermosa la de las hojas amarillas cuando la brisa soplaba sobre nuestras cabezas durante el ascenso. Coronado el puerto, un breve descenso hasta un restaurante de comida y precio rurales. Finalizando la etapa con un corto llaneo y suave descenso hasta casa. La reunión sirvió para sentar algunas bases concretas (escasas y muy abiertas) del cometido y funcionamiento de nuestra presunta agrupación, afilar un poco algunos proyectos venideros y, más que nada, reunirnos para disfrutar mutuamente de nuestra compañía.
Apenas unas dos semanas después muchos nos volvimos a juntar en el BIBE en Bilbao. También de fin de semana. Rodeados de bicicletas pero sin actividad ciclista por parte de la mayoría. La película se volvió a proyectar, nuestros amigos de Gijón (Carlos y Eduardo) difundieron su proyecto de “30 días en bici” y Manú (y resto de colaboradores de La Biciteca) mantuvieron dinámico su stand y presentaron la publicación de su reedición de “El Tour de Bahamontes”, con la presencia de su autor Ángel Giner incluida. Además de todo ello Víctor condujo con acierto una atractiva presentación del GPCC, con el apoyo de varios de nuestros habituales de lo retro-deportivo (Javier y Roberto) y de las concentraciones clásicas (Toni y Quintana). En definitiva, todo un empacho de cultura ciclista en un escenario en el que el público pareció responder mucho más que los expositores, representados más por tiendas que por fabricantes o distribuidores. Entre lo más interesante, aparte de lo mencionado, la asistencia de tres artesanos de construcción de bicicletas por encargo, una dedicación que ojalá nunca hubiera desaparecido y que afortunadamente ahora parece resurgir.
Bicicleta Legnano de 1928 (de Binda). Una de las joyas de una
colección expuesta en el BIBE 2014.

Presentación del GPCC en el BIBE, de izquierda a derecha: los
presentadores, Víctor, el concejal de cultura y deportes de Medima
de Rioseco, Javier y Roberto.

Otro momento de la presentación del GPCC, de izquierda a
derecha: Toni, Quintana, Roberto y Javier.
Y de oca a oca, y tiro porque me toca… casi a mitad de diciembre, algunos de nosotros nos volvimos a encontrar en Güeñes, convocados por nuestro entrañable amigo Tomás Amezaga, para asistir a la presentación de otra nueva cita retro oficial que vendrá a engrosar el calendario hispano: la “Retro Bike Encartaciones”. Pese a que la previsión había sido terrorífica de lluvias, cambió de vísperas gracias al viento asurado y gozamos de una mañana completamente seca, que nos permitió conocer parte de lo que será el trazado. Puedo adelantar que tiene algunos pasajes memorables por sinuosos tramos de carriles-bici discurriendo entre arbolado caducifolio,  un inquieto río, un canal y las ruinas de algunas ferrerías. Allí conocimos a varios aficionados de la comarca de Tomás, gente abierta y agradable, y además pudimos visitar su caserío, en el que un creciente museo ciclista personal va tomando forma y empaque. Finalizamos la jornada comiendo con gente de la zona, en un homenaje modesto y agradable a Samuel Sánchez, hijo “adoptivo” de Tomás y de todo el pueblo.
Amigos de Tomás (Iñaki Gastón de verde).

Nuestro paso por Balmaseda.

Tomás dando explicaciones, Víctor y Javier en primer término.
Otro de los quehaceres “de gabinete” que me ha mantenido ocupado, en lo que al ocio se refiere, ha sido la recopilación, maquetación y disposición de los archivos de entradas del blog para acabar publicando el libro “Rodando, rodando” que en el fondo es la versión impresa de todos los contenidos digitales de la temporada 2015. Tras haber podido hablar con unos cuantos lectores de mis andanzas en papel, me quedó claro que la versión en libro de la segunda temporada debería ser publicada también, ya que son varios quienes no disfrutan ni se animan a leer en pantalla y menos aún, las parrafadas que acostumbro a redactar. El objetivo es cualquier cosa menos comercial, esa es la razón de editar “a demanda”. Al final todo se queda en unas pocas decenas de libros repartidos por ahí. Sin embargo merece la pena, porque es la manera de llegar a algunos conocidos muy estimados por mí, y que varios amigos conserven un recuerdo físico, flexible al tacto y ocasionalmente hojeado, de algo que me llena tanto.
No sé si a causa de que el otoño haya mantenido viva la llama de la actividad retro ciclista (de forma práctica pedaleando o socio-cultural a base de proyecciones, lecturas o encuentros entre conocidos y amigos), el caso es que a lo largo de mi periodo “vacacional” del blog, me he encontrado con varias personas que me han pedido que les mantenga informados de aquellas citas a las que piense acudir y para las que el desplazamiento no sea demasiado descabellado. Me alegra confirmar que se despierta con energía el interés de amigos y familiares recién llegados a este mundillo, o aún pendientes de probarlo. Creo que además este fenómeno coincide con otro de mayor magnitud por el que la afición al ciclismo retro se está convirtiendo en un valor importante dentro de la práctica del ciclismo deportivo no profesionalizado. Y por el ritmo de noticias que llevamos, parece que el 2015 será el año de la cristalización definitiva de esta tendencia en España. Aparecen nuevas citas: Euskadi por fin se pone en marcha con la convocatoria de las Encartaciones; el GPCC apuesta por la difusión y por una vocación de internacionalización del evento; algunos practicantes muy devotos (como es el caso de nuestra “cofradía”) estamos dando un paso más allá y ponemos en marcha proyectos de “restauración” de carreras, viajes o hazañas velocipédicas legendarias; a la vez que en lo referente a la modernidad, participamos de ella pero reuniéndonos con nuestros enseres del siglo pasado (monturas e indumentaria). No acaba todo ahí ni mucho menos, los esfuerzos colaborativos van dando pasos y parece ser que va madurando la idea de la constitución de una especie de “challenge”, copa, o como quiera que acabe denominándose (no competitiva) que va a reunir a la práctica totalidad de las citas retro celebradas en la Península. ¡Felicitaciones! La idea data de 2012, pero estas cuestiones no son fáciles de implementar. Nosotros estaremos muy pendientes, y en la medida de nuestras posibilidades, apoyaremos la iniciativa. Y como indicador definitivo, el rumor se ha hecho realidad y para la próxima primavera l’Eroica ya está aquí, desembarca en nuestro país. Parece que el éxito sucesivo vivido por los organizadores de Italia, Japón y Gran Betraña, sigue animando a los promotores originales a continuar con la extensión de su franquicia, y ésta continua encontrando socios internacionales dispuestos a pagar por ella y hacerse cargo de su puesta en marcha. Bienvenido sea, gracias a ello en 2015 disfrutaremos de una Eroica cerca de casa. Nada más y nada menos que en plena Rioja, con Cenicero como centro neurálgico. Independientemente del beneficio ocioso-ciclista-deportivo que este evento pueda conceder a cada potencial participante (entre los que me incluyo), sospecho que la celebración pueda traer consigo un fuerte y significativo impulso para la “modalidad” en España. Es de esperar que, si todo se desarrolla como en otras “Eroicas”, una proporción enorme de los participantes se nutra de ciclistas extranjeros, lo cual, además de suponer un revulsivo económico para la comarca, puede hacer que los aficionados foráneos se acerquen y acaben conociendo otras pruebas de nuestro calendario. Por otro lado, quizá numerosos ciclistas nacionales aprovechen el acontecimiento para decidirse por fin a probar esta tendencia y acaben enganchándose a la misma ya, haciendo crecer el pelotón activo de nuestro ciclismo retro. El tiempo nos dirá si tales previsiones son acertadas o completamente erradas. No es algo que en realidad me preocupe, reflexiono sobre ello porque me encuentro metido a fondo en el movimiento, pero cuando espero avances de crecimiento y desarrollo lo hago más pensando en algunos conocidos y amigos que, con esfuerzo y afición, se han metido en aventuras emprendedoras que están dando un servicio a los apasionados del ciclismo retro, quienes sin arriesgar nada, disfrutamos de su trabajo. Organizadores de eventos, restauradores de bicicletas, editores de textos clásicos, etc. Gracias a ellos todo esto es posible y mucho más rico y atractivo. Así que espero que toda esta revolución pueda darles también a ellos, éxitos indirectos.
Si el despegue del ciclismo retro definitivamente se da este año, puede que también acabe trayendo consigo algunos daños colaterales. Por ejemplo una irracional subida de precios en el material de segunda mano, causado principalmente por el aumento de la demanda y por el acercamiento al este mundo de compradores compulsivos y fetichistas, que puedan fundamentar más sus adquisiciones en los conceptos de “marca”, “kit completo” y/o “dámelo hecho”, que en los de “apego”, “búsqueda paciente e informada” y/o “afición restauradora o artesana”. Seguramente la suframos, aunque es de suponer que de producirse, con el tiempo acabe amainando y se acabe auto-regulando de forma racional. La otra posible pega es una masificación excesiva de la práctica, aunque creo que esto no llegaría nunca a alcanzar las cotas del ciclismo convencional o el BTT, porque en el fondo, a la mayoría de los usuarios de cualquier cosa, les disgusta utilizar de continuo objetos que consideran atrasados, viejos o antiguos. Una cosa es una participación puntual masiva y prestigiosa, y otra bien diferente dar un paso atrás en el tiempo y quedarse anclado en la historia… (de esos, somos en realidad muy pocos… afortunadamente). Respecto al afán competitivo, al mal rollo, al dopaje amateur (que tanto infecta nuestro deporte actualmente), etc. Espero no equivocarme al pensar que difícilmente encontrarán hueco en nuestra modalidad. No tiene sentido pretender restregarle a nadie que le has “ganado” en un puerto, cuando los desarrollos, peso, prestaciones o edad de las bicicletas pueden estar cubriendo una horquilla de diferencias de metros, algunos kilos, útiles mecanismos o varias décadas, respectivamente.
Aunque pueda parecer lo contrario, la verdad es que durante mi “transición” apenas he montado en bicicleta. La he abandonado casi completamente. Salvo las dos quedadas con mis amigos y algún recado interurbano, no he practicado nada. Mi “entrenamiento” no ha sido considerado como tal, tan sólo ha consistido en el mantenimiento de cierta actividad no pautada y muy reducida en cuanto a la duración de cada sesión. He aprovechado para retomar disciplinas apenas disfrutadas durante el pasado verano: algo de carrera, remo “indoor” cuando hacía muy malo, paseos de montaña, piragüismo e incluso ya, una salida de esquí de montaña. Siempre sin intensidad, más en formato de paseo agradable que de rudo trabajo físico. Entre todo ello he vuelto a encontrar tiempo para mis primeras patinadas. Hablaré de algunas de ellas dentro de poco. Por el momento tan sólo quiero añadir que varias de estas modalidades las he cogido con ganas y pretendo mantenerlas y compaginarlas con el ciclismo. El patinaje me dio enormes satisfacciones el año pasado, por lo que espero no abandonarlo este año, así que de nuevo escribiré sobre ello, así como sobre alguna que otra modalidad más. Todo a su tiempo, quizás la próxima semana me dedique a un ejercicio de previsión de lo que pudiera ser la temporada 2015.

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